lunes, 13 de julio de 2009

Café con mediaslunas

Salgo de mi depto sólo con grabadora, cassettes y pase-bip. Resulta que tenía que hacer mi segunda entrevista para la memoria por allá por Lo Plaza. Llego a la dirección del condominio y toco el citófono. Nadie contesta. Llamo a mi amiga, C., el vínculo con mis entrevistados. Ahí estaba ella con mis entrevistados en la casa de su familia. Dijeron que se les había borrado de la mente el compromiso conmigo. No me importó (nada importa). Alegremente les dije que los esperaba, que me iba a tomar once porque no había tomado (mentira a medias porque me había comido dos pan pita cortados por la mitad rellenos con cheddar y jamón del bueno). El caso es que fui a vagabundear por calle Irarrázabal, nueve y media de la noche.

Llego al OK market de por allá y me doy cuenta de unos asientos metálicos galácticos y una barra. Ideal para un tentempié. Entro. Voy a la sección de "cosas para comer ahora ya". Promoción: café chico + 2 medias lunas por $890. Conveniente. Veo a una niña que atiende. Me dice que es autoservicio, que yo tengo que presionar el botón en la makinita de los cafés. ¿Y las medias lunas?... con expresión de fastidiome dijo que me las iba a pasar. "Se presiona el botón, se toman las tenazas y se saca una. ¿Cual quiere?". Daba lo mismo (nada importa). A la larga, todas las mediaslunas son iguales.

Despés de estar sentado tomándome mi café y mordiendo la primera medialuna pequeña, meto la mano en mi bolsito para descubrir que, Ja!, sólo llevaba grabadora, celular, cassettes y pase. ¿Cómo pago ahora?

Tomo mi celular y sonriendo, llamo a la C. Algún entuerto comunicacional me hizo pensar que ella iba a estar ahí con su hermana durante la entrevista. Le conté mi penosa situación mientras me terminaba de comer mi segunda medialuna. Le pedí que me rescatara y que me trajera $1000 para pagar mi merienda. "Eduardo, cómo me haces esto! Vengo de Rancagua y, ¿sábes todo lo que tengo que caminar para llegar allá?... Y así siguió. Comprendí. Me disculpé por mi irracional petición y colgué.

Me paré con el vaso de café a medio tomar en mi mano. "Señorita, una cosa más", a la que me atendió. "Resulta que me acabo de dar cuenta que no tengo ni un cinco". Le dije que le dejaba el pase y que tenía a tres cuadras unos amigos (participantes de mi estudio, en realidad) que me podian prestar plata. Me dijo que la esperara y se fue a un lugar donde estaba ese jefe a comentarle lo penosa de mi situación. Volvió y me dijo que no me preocupara, pero que no se volviera a repetir. Cuando le quuise entregar el pase no me lo quiso repetir. Agradecí y me fui discretamente por la sección de entrada de ese supermercado.

Al salir me sentí un poco extraño. Ladrón? En ningún caso! Digamos que es amegacompañía de caros productos hizo vista gorda y fue generosa ante mi ausencia de efectivo. ¿Le pido dinero a la hermana de C. a quien a penas conozco? (de cuando fuimos a ver a Goran Bregovic, loco!).

Cuando toqué el citófono me vinieron a buscar.

1 comentario:

°°Janekeo°° dijo...

brrrrrrrrrr

yo habría ido a prestarte plata, anque habría llegado en un hora...

a la tercera es hábito, ya sabes!!!