jueves, 18 de febrero de 2010

La Campana - Parte II

Para la dura subida y lo que sigue, sugiero este tema de Nano Stern (si alguien sabe como se llama, comente por favor):







Este era el paisaje que podías ver una vez terminado el sector que estaba cubierto por la vegetación del lugar. Era un poco de tierra y muchas piedras. El sendero se borraba y sólo tenías que seguir las flechas escalando las rocas hacia la izquierda de la foto, rodeando la gran roca café. La pendiente después de eso se ponía muy inclinada, diría que eran 45º de puras piedras. Entonces tenías que subir usando tus manos. El chico que bajó tenía razón. "Vay a llegar a una parte que no es pa' caminar; es pa' escalar". Quise tomarme una foto desesperada dejando la cámara afirmada entre unas piedras apuntando hacia abajo mientras escalaba. Aquí está.


Por ese sector estaba la "Placa de Darwin". Sir Charles Darwin, el ecólogo que presentó la teoría de la evolución de las especies pasó por chile desde tierra del fuego hasta el Norte. No encontré la famosa placa de cobre con la leyenda de la que me hablaron los que bajaron, pero si Darwin llegó hasta aquí, me surge una gran admiración por la resistencia física que debe haber tenido ese genio viajero.

La botella de agua me molestaba para subir, pero tenía que guardar la poca agua que quedaba para la bajada. A veces la arrojaba hacia arriba para tener mis dos manos libres. De repente tenía que pasar agarrándome con las dos manos a una gran roca para pasar a otro lado que tenía algo así como escalones para subir. Tenía que descansar seguido porque llevaba caminando desde que llegué a Olmué y ya me estaba fatigando. En un descanso me percaté de que a un cerro a la distancia se le había puesto una aureola de nubes.


Seguía subiendo cuestas muy empinadas de rocas y descansando seguido. Me daba cuenta que en cada descanso podía divisar a lo lejos los muchos cerros que conforman estas provincias centrales y los muchos valles.. y comprobe eso de que cada valle era una localidad.


Esta foto no muestra mucho de lo que hay detrás de esa especie de bruma. Pero cuando veías el paisaje en vivo podías ver los pueblitos con más nitidez. Eran ya las 5 y cuarto y me vi en el dilema de decidir si seguía hasta la cima que podía ver...



O me volvía después de descansar 15 minutos sentado, sediento. El orgullo me llebava a ser imprudente y pensar que había que llegar. Eran como 150 metros y había subido 1500 metros ya. De todas formas me senté y me acordé de que de acuerdo a los consejos de unos amigos andinistas, a las 2 de la tarde tienes que bajar de adonde te encuentres. Tuve que tomar la decisión complicada para mí de llegar sólo hasta ahí. Me senté y quise sacar la última foto a esa altura.


Aunque no había tomado agua para todo el esfuerzo que hice, mi estado anímico nunca bajó. Estaba muy tranquilo y me sentía contento de que pudiera confiar en que mi organismo iba a seguir funcionando bien a pesar de esta prueba.

La bajada tiende a ser más peligrosa que la subida, aunque más rápida. De hecho, puedes llegar rapidísimo abajo a cambio de tu vida. Como no estaba dispuesto a hacer la transacción, se me ocurrió tirar la botella un poco más abajo para tener mis manos disponibles (la lección fue que tengo que llevar una pequeña mochila para cuando haga trekking, aparte de la mochila grande). La botella retornable de 2 litros de Coca Light se fue rodando cerro abajo y no dobló por donde seguían la flechas rojas. La perdí, junto con los 300 cc de agua más que tibia a esa altura.

Aquí fue donde mi organismo se vio presionado y comenzó a desarrollar medidas de adaptación que nunca me había tocado vivir. No transpiraba mucho, a pesar de que seguía caminando, con menos esfuerzo que en la subida, pero con esfuerzo igual. De acuerdo a unos amigos que saben algo de montañismo, la orina es la que te va marcando el test de cuánta agua necesitas. El test salió muy amarillamente malo. Mis manos se pusieron raras. Tenía blancas las uñas de los dedos. Tuve que sacarme una foto...



A pesar de todo, me sorprendió la tranquilidad interna que tenía. Sabía que un poquito de presión para mi organismo me iba a hacer bien. Me acordé de tantas personas que durante la guerra o la dictadura tuvieron que poner su organismo a pruebas en situaciones mucho más extremas y me decía que lo mío era un candy comparadas con esas experiencias. Además, hay una gran diferencia: Esto yo me lo busqué.

Dos horas de caminata más abajo, ya dejada la parte de piedras para escalar y los senderos. Al llegar a un camino de vehículos, un murmullo líquido llamó mi atención como única cosa relevante en el mundo. Seguí el murmullo a puro oido y me encontré con una milagrosa salida de agua cristalina y una fuente.


El agua era inolora e incolora, aunque eso no garantiza que sea potable, la imagen captada por esta foto y mi sed fue suficiente incentivo para tomarme unos 800 cc al toque.

Pero lo más milagroso era que muy cerca de la fuente estaba nada menos que un bidón de 5 litros de agua purificada Lider que contenía un poco de jugo de piña. Lo probé un poquito, pero no quise tomarlo. Naaaa... Lo vacié y lo volví a llenar con 3 litros de agua. Suficiente.



Estaba feliz caminando por una pendiente muy poco pronunciaba. Iba caminando rápido y feliz... cuando me saqué la chucha. Mi pie izquierdo pisó rodados y me derrapé, dandome un costalazo con mi cadera izquierda sobre el ripio y la rodilla de la misma pierna entre las piedras. Fue duro. Mi rodilla estaba ensangrentada. Ya tenía otra herida por la caminata por Río Clarillo en el mismo lugar.

Según el Reiki, el daño en las rodillas tiene que ver con el orgullo y los miedos que lo originan. Estaba pensando en eso mientras me lavaba la rodilla con 2 litros del agua que había conseguido. Y eso que no subí el cerro.

...La tercera parte de esta historia en el próximo post...

1 comentario:

spanglish dijo...

y la botella lamentablemente no siguió las flechas rojas, nada que hacer...