domingo, 20 de mayo de 2012

Los Pajaritos y el Yogurt


La "vida natural" y sus muchas caras...




El otro día me dio por hacer mi propio yogurt con lactobacilos, los aquí llamados "búlgaros". En mi país les llamamos "pajaritos". Extraño nombre, ahora que lo pienso. No vuelan ni tienen forma de ave, aunque algo de pájaritos tienen. Tal vez podría llamarseles palomitas por lo blanco, pero la interferencia semántica con las palomitas de maíz es tan fuerte que esa idea de comerte esos bichitos a manadas como si estuvieses en el cine me hace estremecerme y rechazarla vehementemente. Revisando wikipedia, me doy cuenta de que su nombre es Lactobacillus bulgaricus, así que esta vez los mexicanos parecen tener un nombre más "cientítico" para estos bichos. Aunque yo prefiero seguir llamándolos "pajaritos".

Una frase curiosa que descubrí en la enciclopedia libre respecto a estos bichos es la siguiente:


Estos productos han sido importantes en la historia del hombre, las fermentaciones han sido utilizadas por siglos en muchos países y su origen se pierde en los albores del tiempo.

¿O sea que los pajaritos bulgáricos han venido acompañando al ser humano desde las épocas prehistóricas; desde que Prometeo le robó el fuego al gil de Zeuz? ¿Son otros fieles compañeros del Hombre, al igual que el perro?

Yo diría que sí, que son fieles compañeros del Hombre, al igual que el perro desde tiempos de Prometeo y su fiel cachorro.

Estos que tengo ahora me los consiguió una EX-amiga, que cuando era amiga me los pasó en un frasquito de mermelada con un resto de leche. Desde que los adopté, todo ha sido pura prueba y error; experimentación cariñosa que tu haces para conocerlos y desarrollar una relación simbiótica con las colonias de pajaritos: La cosa es fácil: tú les pones la leche y ellos te la trabajan y te producen yogurt. Pero cuánta leche, cuánto tiempo, qué temperatura y qué proceso de filtrado y dónde guardarlo y cómo reducir o frenar la producción, ya requiere que los conozcas más.

Y es esta cualidad del vínculo que tengo con mis pajaritos, queridos lectores, lo que más me llama la atención de todo esto. Estoy desarrollando un afecto especial por mis bichitos que me dan yogurt; una relación de afecto, que perfectamente podría ser recíproco. ¿Cómo no me van a querer mis pajaritos bulgáricos si de mi depende la continuidad de la existencia de todas sus colonias? Aunque estoy pobre, siempre me alcanza para comprar un litro de leche para mis niños. Y es que lo maravilloso de esto es que su sustento depen`e de ti y el tuyo de ellos, aunque en menor medida, claro está. Pero de todas formas, es un prato justo que hago con un sindicato de organismos unicelulares.

Ahora bien, no quiero caer en una relación microcapitalista láctea, en donde yo me vuelvo una especie de Patronal de la Leche y ellos los explotados y albos lacto-proleparios. Quiero, en primer lugar, ofrecerles lo que probablemente sea más importante para ellos: un medio para su conservación y reproducción. Y aprovechar su exquisito yogurt para estar más saludable, compartirlo y, sobre todo, promover en mis hermanos humanos la toma de conciencia de estos seres (que nos acompañan desde tiempos de Prometeo) para que los sigan cuidando.




Por último, sobre el yogurt en sí: he estado probando distintas formas de preparación. Una buena forma es esperar que la leche se corte, botar casi todo el suero y quedarse con el yogurt puro. Ese yogurt lo he mezclado con manzanita picada y miel; con platanos molidos; con mermelada de fresa; con esencia de vainilla... Las combinaciones son ilimitadas. La última que se me ocurrió fue echarles duraznos en conserva picados en cubitos y endulzarlo con el mismo jugo de duraznos. ¡Quedó espectacular!

viernes, 11 de mayo de 2012

Sobre los Amigos-Mendigos





En verdad me declaro un hombre de pocos amigos; generalmente solitario, aunque público. Salvo excepciones, no me gustan los grupos porque la cacofonía de las voces sordas me satura y me asfixia.

Solo hay hay algunas personas con las que me gusta mantener un vínculo; fortalecer ese vínculo, nutrirlo. Los rótulos de "amigo", "compañero", "pareja", "recino" son circunstanciales; es una especial cualidad del vínculo la que me invita a desplegar mi espacio subjetivo. En general, me refiero a personas que despliegan su espacio subjetivo y esperan que yo despliegue el mío. Solo en esas circunstancias es posible generar un espacio subjetivo común. Esto no siempre se de entre dos personas y es más difícil que se de en un grupo. En las masas, en general no se da, salvo en algunas ocasiones en donde dadas ciertas condiciones, se logra una matriz subjetiva común e inclusiva que no es institucional ni impuesta, Es entonces cuando somos pueblo, fraternidad múltiple.

En todas estas situaciones es posible hablar de vínculos éticos. Son vínculos éticos porque hay un otro. Para mí, la ética es la praxis de la relación con un otro legítimo. Lo dice un filósofo, no recuerdo quien.

Lo que habitualmente ocurre es que algunos buscan en ti a un espejo; alguien que refleje su mundo subjetivo. La búsqueda de alguien que ojalá no sea, para que ellos puedan ser más. Personas que no pueden ver tu mundo subjetivo, salvo que éste les permita a ellos desplegar el suyo. Ellos necesitan tú energía para reflejar su mundo subjetivo porque no pueden acceder a su propia y serena fuente de energía vital. Por eso establecen una relación de dependencia subjetiva y emocional: buscan compulsivamente el reconocimiento y la estima que necesitan en los demás. Como te necesitan, buscan tu proximidad y esta proximidad puede ser nombrada como amistad. A estas personas yo les llamo amigos-mendigos, pues buscan tu amistad para salir de su miseria y el modo más claro de hacerlo es apareciendo ante ti como superiores, respetables, inteligentes, chidos, etcétera, etcétera, etcétera. No interesa si tú genuinamente consideras de acuerdo a tu propio espacio subjetivo si la persona es interesante; interesa que el amigo-mendigo se sienta interesante ante ti.
8br /> Por supuesto, en estas relaciones no hay un otro genuino y legítimo. Por lo tanto, no son relaciones éticas. Y yo me rehúso a tener amigos-mendigo porque la participación en estas relaciones alimenta la dependencia subjetiva del mendigo hacia ti, al igual que el darle una moneda a un mendigo fortalece la relación de mendicidad. "No soy tan pobre como para dar limosna", decía Nietzsche. La generosidad tiene que venir por otro camino, partien`o de la toma de conciencia.

Sólo participo en estas relaciones cuando veo atisbos de apertura a la otredad, de praxis ética, que puedan ser fortalecidos por mi vinculación. Si no es así, mis esfuerzos van dirigidos a la disolución del vínculo.

La conciencia de una praxis ética es patrimonio de algunos pocos; es un trabajo que rara vez logra emerger como una búsqueda consciente, como un trabajo cotidiano y reflaxivo.

Es inevitable que la praxis ética sea un trabajo cuyas consecuencias sean anticapitalistas y liberadoras, pues el capitalismo descarta el espacio subjetiro de los subalternos y los cosifica. Por eso es que es más fácil que la praxis ética sea desarrollada en México que en Chile. El contexto mexicano la facilita; el chileno, la dificulta. Especialmente en las generaciones que se vieron forzadas a sobrevivir, sacrificando un vínculo espontáneo de reconocimiento y co-participación, y en quienas no han podido desdoblarse de estas condicionantes.

En el contexto neoliberal, lo que Alfred Adler llamó striving for superiority ha venido a reemplazar a un vínculo de co-participación. Es la lucha de los hermanos empobrecidos por conseguir el único pan en un escenario de miseria artificial. Es el hambre subjetiva la que lleva a tratar de hacer esfuerzos por sobresalir; por ser "alguien importante", por ganarse el respeto o el aprecio, que es el pan psicosocial. Lo que suele ocurrir con ellos es que su modo de ser se centra en conseguir este pan y no en producir su propio pan. Los otros somos su pan y ellos dependen de nosotros.


miércoles, 9 de mayo de 2012

Cosas del Baño...




Con la vida cotidiana de estudiante de posgrado de la UNAM (Edu carraspea) te vas haciendo tus rutinas, vas apropiándote subjjetivamente de algunos espacios, algunos rincones. Uno de esos rincones que siempre visito es el baño de la biblioteca de Filos. Esta vez, tuve que acudir al famoso baño para refugiarme de las dos lesbianas y su show, aunque en verdad no sé por qué me fui...

Al entrar a ese cubículo azul, que por suerte estaba limpio, me percaté de un extraño fenómeno en la pared: Resulta que había una serie de etiquetas de pañuelos Kleenex ("pañuelos de papel para liberar tus emociones") en filita india. De esas etiquetas doradas que dicen "LEVANTE AQUÍ", y tú despegas ese plástico pegajoso para sacar uno de esos pañuelos, que tan necesarios se hacen cuando pasas gran parte del día. Y así podías encontrarte con muchas etiquetas que te invitaban a levantarlas, pero que TU SABIAS QUE NO TENIAS QUE LEVANTAR. Además de la hilera de etiquetas, había otras etiquetas que le pegaron en los ojos y la boca de una cara dibujada. Había, además, un típico "guañaño", censurado por adivinen qué: una etiquetita "levante aquí".

Así que, por simpatizar con la manifestación artística, le arranqué la etiqueta a MIS Kleenex y la pegué por ahí, en un rincón en el que probablemente un asistente cotidiano a los baños de filos podrá descubrir fácilmente. ;)

martes, 8 de mayo de 2012

Papini y las chicas.

Llegué a la Biblioteca y me senté a una mesa dispuesto a leer algunos cuentos de "El Piloto Ciego" de Giovanni Papini, (escrito en su época atea combativa, no en la época católica fascista). Todo por cortesía de mi querido amigo J., tan noble y chambeador, el loco... Estaba leyendo la historia de un tipo que se encuentra con su yo de hace 7 años y termina matándolo del puro sentimiento de patetismo que le inspiraba. Encontré genial el cuento, y descansé de la lectura cuando terminé de leerlo.

Fue entonces, al mirar a mi alrededor, que me di cuenta de que en la misma mesa había una estudiante y un niño adolescente. Un niño con lentes, de unos 16 años, con pinta de estudioso, leyendo cosas en su MacBook. Me fijé que al lado del MacBook tenía una Ipad. Claramente un chico fanático de los productos de la Mac.

Cuando comencé a leer el segundo cuento, el niño le dijo algo a la chica y se paró y comenzó a abrazarla y me pareció que la besaba. No sé si era el efecto de los cuentos fantásticos de Papini los que produjeron una crisis de realidad en mí, pero quedé bastante confundido cuando me di cuenta de que el chico tenía un par de buenos pechos que no había visto; o sea, que era chica, aunque pareciera niño. Quedé con ganas de confirmar todo esto que me había pasado y sí: el púber tenía pechos y no era puber y su novia estaba ahí a dos metros míos. Todavía no me la creía hasta que la chica-chico embistió de nuevo a su novia, sin preocuparse de un lector cercano que era distraído por sus expresiones efusivas de amor.

Y yo no sé por qué termino siempre estando tan cerca de chicas lesbianas. Ya me han gustado dos chicas que han terminado siendo lesbianas en los últimos dos meses. Y aquí me tienen ahora asediado por dos chicas dándose un beso frrancés mientras intento leer el segundo cuento de Papini ¿Será que en el DF la proporción de lesbianas es superior a la de otros países nuestroamericanos? ¿Será que tengo un imán lésbico; una especie de maldición que me hace estar siempre cerca de mujeres que tienen proximidad conmigo, siendo que tienen una orientación sexual incompatible con su servidor? ¿Será que por alguna razón inconciente, me siento atraído por las mujeres no-heterosexuales? En eso me quedé pensando mientras usaba el librito de Papini para esconderme y espiar discretamenta a las apasionadas y desinhibidas amantes que se seguían besando a un metro. Al final, ordené mis cosas y me fui.