Hace más menos 4 años o más que sigo los títulos de la serie Total War. Para quienes no están familiarizados, me refiero a juegos de estrategia militar y política ambientado en alguna época histórica. Juegos complicados, en donde tienes que negociar tratados comerciales con otra potencia y, no obstante, enviar asesinos para eliminar a sus generales o agentes, pues compiten por provincias llenas de recursos y de hombres que pagan impuestos, pero a los que tienes que mantener entretenidos para que no se revelen, y así puedes tranquilamente mantener la guerra que le declaraste a otra nación, que a todo esto, también es católica, por lo que estás en riesgo de que el papa te excomulgue y todas las naciones católicas te pongan en la mira. A ese tipo de situaciones me refiero.
Nunca tan complejo, en todo caso, como el Europa Universalis III con sus dos expansiones. Ahora, si nos ponemos ultra hardcore con esto de la geopolítica, echenle una mirada a Victoria. Y para los veteranos o historiadores de la segunda guerra (los únicos que quizás puedan entender el famosos juego), el Hearts of Iron II y que Dios nos libre de la complejidad de un videojuego.
La serie Total War mezcla esa densidad histórica con batallas en tiempo real, lo que lo vuelve más entretenido, además de vistoso. Cuántos juegos pueden jactarse de tener a 1000 personitas agrupadas en unidades, cada cual con su respectivo y vistoso traje, peleando en un combate de masas.
El Empire, total war, que ahora juego, se centra en el periodo histórico de todo el s XVIII, en donde las unidades más básicas, la milicia, usan armas de fuego. La campaña ahora se simplifica, cosa que se agradece en función de lo largo que era cada turno en las entregas anteriores. Aquí un video de reseña, cortesía de IGN.
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