domingo, 16 de enero de 2011

Andanzas Mexicanas - 16 - 01 - 11

"La cumbia del mole" - Lila Downs



Llegué a Ciudad de Mexico el viernes a eso de las nueve de la noche. La ciudad era un mar de luces naranjas, como la infinitud de una galaxia en el espacio nocturno.

Esa noche llegué a la casa de mi niña cansado de arrastrar los veintitantos kilos de equipaje. Comimos "tostadas", tortillas de maíz tostadas, unas enchiladas, agua de jamaica y cerveza "Indio" de litro doscientos. Este sería unicamente una introducción a la vastedad culinaria que puedes encontrar aquí.

Al día siguiente, fuimos a caminar por el barrio cercano a la estación "Etiopía". Me sentí cabalmente un extranjero; todo el mundo me miraba. Tuvimos que volver para re-vestirme de un modo más discreto para las miradas mexicanas. Luego fuimos al centro histórico. Nos bajamos en el metro "Hidalgo", una de las muchísimas estaciones del inmenso metro de Ciudad de Mexico. Recién abría el comercio a las 11. Supe que los mexicanos van al centro después de las 11 y que almuerzan tipo 3 y media. Pasamos por la Alameda, una especie de parque rectangular hacia el Palacio de Bellas Artes. Entramos. Es una opulenta y enorme estructura de marmol de muchos colores en donde estan los murales de Rivera, Siqueiros y otros en lo alto del primer piso (segundo piso para nosotros; los mexicanos le llaman planta baja a nuestro primer piso) y del tercero. El Palacio mezcla nuestro concepto de Museo de Bellas Artes con el Teatro Municipal, pero todo con colosales ladrillos de marmol colorido. Impresionante.

El Centro histórico es un caos de gente-hormiga fluyendo por todos lados. Muy estresante, aunque pintoresco. Los edificios son muy antiguos y altos. Son muchas, pero muchas manzanas. Llegamos al Zocalo, adonde está la catedral y el palacio de gobierno. Detrás de la catedral de dimensiones épicas, está el templo mayor, adonde también pasamos.

Hay velotaxis que te llevan a cualquier lugar del centro histórico.

Fuimos a comer y me pedí un pozole, una especie de sopa de cerdo con pollo y mote mei, al decir chileno. Se le echa lechuga, rábanos y limón encima. Ensalada con sopa.

Nos volvimos temprano, muy cansados, y dormimos desde las seis hasta las dos de la madrugada. Empezamos a carretear escuchando a Café Tacuba y tomando un botellón de tequila Corralejo con limón y sal. Nos acostamos a las 5.

Nos despertamos el domingo a las 7 y media. Teníamos que juntarnos con M. en Coyoacán. Fuimos a un "tianguis", una feria persa, cercana a un mercado, el Mercado de Bola. Me compré un pincho de gomitas duras de chile espolvoreadas con más chile, limón, sal y no tengo idea que más. Una verdadera patá en l'hocico de intensidad ultra. Toxico, además. Con esfuerzo me comí 2 de las 8. Tuve que botarlo. Además compré unas tostadas y unos gramos de crema corralera. Es como si comieras pan con mantequilla, pero a la mexicana. A estas alturas me di cuenta de que practicamente no hay nada en común entre la comida chilena y la mexicana. En general, comes con las manos, sin cubiertos.

Pasamos al mercado de Coyoacán a almorzar "comida corrida", una colación de consomé, arroz y plato de fondo bien contundente. Mi plato de fondo fue "chicharrón" (cuero de chancho frito y patá en el hígado) con frijoles. Aprovechamos de conversar con M. de rutas hacia Guatemala y datos claves para quedarse, moverse y comer, para variar.

Nos despedimos de las dos amigas y fuimos buscando la casa de Frida Kahlo, que ahora es un museo. Recorrimos la Colonia Coyoacán, un barrio muy vistoso sin tanto caos como el centro histórico. Hermoso barrio, aunque exclusivo. Algo así como Lastarria en Santiago.

La casa es hermosa, azúl y amplia; llena de piezas arqueológicas recolectadas por Diego Rivera. Habían fotografías y cuadros de la pintora. Terminamos viendo una especie de documental sobre la vida de esta sufrida mujer.

Salimos y fuimos a tomarnos un café delicioso en uno de los lugares top de Coyoacán. Nos sentamos en la fuente de los coyotes en la plaza central de esta delegación (como las comunas). Un espacio de descanso tranquilo y de tomar muchas fotos.

Un payaso con megáfono criticaba la prohibición de hacer teatro callejero en la plaza y nos invitaba a TODOS los presentes a seguirlo a un teatro ubicado a un par de cuadras. Lo seguímos y subimos a unas graderías desde adonde tenías la visión panorámica de toda la cancha en donde hacían un performance humorístico con un particular humor mexicano que me resultó muy llamativo. Estuvimos más de dos horas viendo teatro y la gente que sacaban los payasos participaban y cooperaban espontáneamente con los juegos.

Salimos después de la puesta de sol y caminamos harto. Pasamos a comernos unos tacos en una de las mej0res picás que loa Mayi conocía: "Tres Coyotes". Comí un taco suadero, uno de tripas y otro de "cecina", una especie de carne de res condimentada mucho mucho. Había salsa de guacamole (no es como la hacemos en Chile), salsa verde cocida, salsa roja y salsa habanera. Cada una te picaba de forma distinta. El taco de cecina venía rebosante de queso oaxaca, un queso que viene en fibras que se desmenuzan como el pollo y que al derretirlo queda como el mozzarella. Este es el queso que se usa para los tacos.

Seguimos caminando hacia el metro y pasamos a un súper muy grande. Queríamos ver si había una cocinilla para camping. No encontramos en los dos mega pisos del super, pero encontré una diversidad de productos que deja chico a los Jumbo de allá. Estuve 10 minutos leyendo distintos nombres de cecinas (ahora como lo entendemos en Chile). Compamos nopal, unas paletas de cactus que los mexicanos usan para sanar el tracto digestivo y protegerlo de las bombas de chile que se meten regularmente. Una especie de aloe vera. Prometimos no comer tanto desde aquí en adelante.

Llegamos a las 10 después de un segundo día recorridísimo. Ahora descansamos. Perdí itodas las fotos que saqué por un accidente informático, así que me quedo solo con mis infinitos recuerdos visuales y con este relato que les dejo.

1 comentario:

°°Janekeo°° dijo...

y escribirás el resto? o queda para nuestra memorias y para cada vez que hablemos con alguien de todo este maravilloso mes y un día??

yo decidí que no puedo escribir, a lo más inventar una narración en torno a la representación del bárbaro para los indígenas y cómo veían en los barbones al extranjero endemoniado jajaja (vi unas representaciones que hacían indígenas mexicanos de los españoles y los ponían barbone y recordé la anécdota de Oaxaca)