lunes, 23 de julio de 2012

Combustión Espontánea

...Y entonces nos besamos.


No había ninguna regla que no rompiéramos en ese omento. Ningún compromiso que formal o informal que tuviera tanto peso como para no descartarlo automáticamente y en menos de medio segundo. Pareciera ser que, gustosos, mandamos todo al carajo. Toda la historia mía, toda la historia tuya. Todos los impedimentos sociopsicológicos que nos envuelven en sus cadenas semánticas y emocionales. No sé en qué momento lo hicimos porque el tiempo se hizo vapor, vapor aromático de pétalos de no sé qué flor amazónica incendiada por la combustión de eso que supuestamente era una amistad. Amistad inflamable, en todo caso. Amistad a punto de ser sometida a esa pirokinesis intrínseca de algunas relaciones que hacen combustión espontánea y que tienen que ser mojadas constantemente con el agua de algún romance platónico, poético o intelectual.


Que importa. Mañana seremos los mismos nuevamente.

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