jueves, 13 de diciembre de 2012

En Bici por la Satélite

Primer día en casa de mi gente y me hago cargo de acompañar a Alondra por el día. Lo de ir en bicicleta lo teníamos que hacer.. Lo imaginaba desde hace meses, a pesar de que ella ahora se declara patinadora o declara también alejarse de la bicicleta. No importa, igual me siguió en su hermosa cleta, regalo de Santa Claus durante la navidad 2011. Fuimos a recorrer Ciudad Satélite. Ella nunca había salido tan lejos en bici. Nos fuimos hasta la copa de agua. Pasamos por el Colegio Los Alpes. Esquivamos micros y nos metimos a la Ciudad Satélite II. Yo dándole consejos de que sus manos siempre tienen que ir sobre los frenos para frenar rápido. Tomamos la salida hacia ese camino quasi-rural en donde el pavimento termina y comienza el ripio. Por ahí nos fuimos, con la Alondra cansada y roja como pankora. Nos detuvimos a respirar el aire, el cielo azul como en un lugar fuera de Santiago. Seguimos pedaleando hacia Camino a Melipilla. Ahí nos fuimos por la pequeña acera, mientras los buses interurbanos con sus chacales conductores iban en contra nuestra a unos 100 kms por hora. Pasamos por barro y nos metimos por la entrada a ese súper mayorista que está entrando en la Satélite. Nos fuimos como dos vehículos en caravana, respetando los semáforos como buenos chilenos. Doblamos y nos fuimos por el parque central hasta la parroquia. Ahí entramos a nuestro pequeño barrio Liquidambar. Entramos al pasaje y frenamos nuestra bici derrapándola en curva, justo en la entrada de nuestra casa.

Espero poder llevarla a la ciclovía de Calera de Tango en unos días más.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Aeropuerto del DF

Ruido por todas partes. Paredes grises y blancas configuran el espacio rectangular del gran y alto hall principal. Sillas de rueda y carros porta equipajes (las envolturas plásticas de seguridad por las que pagas extra evitan y legitiman los robos y los daños a tu equipaje por parte del personal de la aerolínea). Todo se vende. Todo es luces y pantallas; ruido visual entre las paredes blancas y grises. Te sería difícil encontrarte con alguien que no fuera un extraño aquí. Algunas luces están averiadas. A la M. no le revisan su equipaje de mano, no lo pesan, se les olvida. Es un lugar lleno de olvidos. También lleno de una especie de hostilidad ambiental. Nunca te crees las promesas de bienestar que el capitalismo internacional de aeropuerto te hace, porque son demasiado falsas.

Dicen que los mexicanos son un pueblo hospitalario. Creo que es bastante cierta esta frase. Aunque en el aeropuerto, que es la primera experiencia de México para muchos extrangeros, la hospitalidad es algo que no encuentras por ningun lado