Es curioso como la ausencia real del otro hace que te imagines ese otro en su versión fantasmal que puede ser divino o demoníaco, pero que definitivamente no es el otro, sinó tú misma y tu historia, y tu colección de "otros" que sintetizas en mi imagen. La única forma de exorcizar a ese fantasma es viendo "con ojos no nublados por el odio", citando una frase de Ashitaka, el protagonista de Princess Mononoke. Pero para eso, tienes que conectarte con la realidad y con lo que hay al frente, y buscar la fuente de ese fantasma, la persona real detrás de la imaginada. Sólo entonces hay futuro.

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