viernes, 13 de abril de 2012

Doméstica Noche de Viernes

Ahora que estoy tomándome este café de Coatepec, Veracruz a las 22:50 de este viernes sosegado y silencioso, mientras disfruto la lectura de Mauricio Rosencof, "Las Cartas que no Llegaron", tengo por fin un momento de calma en estos convulsionados días míos.

Resulta que la cañería por la que baja el gas de la azotea a la cocina tiene una fuga. En verdad yo le hice esa fuga cuando la corrí para trapear el piso. El tubo estaba bien gastado y se abrió. Mi vecino fue a cerrar el paso del gas para que la cocina no se llenara de gas inflamable. Por supuesto, abrí la ventana. De todas formas algo me pasó, como que me empecé a sentir extrañamente mareado. Mis vecinas no pudieron cocinar su cena. Les ofrecí calentar el agua en mi cafetera.

Le dije adiós a B. Ya no nos volveremos a hablar en un tiempo. Yo puse el punto y aparte. El aparte sobre todo fue aliviador. Aunque me entristece que esos momentos tan felices y de tanta alegría queden ahí congelados en la memoria y no en la fluidez de el tiempo presente, en donde las relaciones cobran vida.

Me decidí a lavar mi frazada verde-gris. Ya llevaba como 2 meses sin lavarla. No es fácil; tuve que improvisar estrategias de lavado en los pequeños lavaderos. Terminé remojando toda la frazada y compactándola en un cubito del lavadero lleno de agua. Ahí está secándose arriba de los cilindros de gas que alimentan a toda la casa. Mañana puede que lave la frazada blanca-grisácea y les saque esos pelos que se quedan ahí enredados.

Pero estoy tranquilo. Veo una mosca andar por la cortina y una moto pasar por afuera. Aunque tomo café, estoy tranquilo. Es que este café es casi un té; un té de Ceilán. Es un café elegante la verdad. Seguiré leyendo y disfrutando de este sosiego.


No hay comentarios: