domingo, 22 de abril de 2012

Torta de Huevos a la Ranchera y Café tipo Francés

ADVERTENCIA: Este es un post sobre desayunos. Si usted considera que publicar algo sobre desayunos es una pérdida de tiempo, sobre todo en el contexto de la crisis global del capitalismo (Wallerstein, 2006), le pido un poquito de paciencia con este estudiante pequeñoburgués que no está listo para la revolución..Y si no, váyase a la mierda.

Este tema está sonando mientras escribo. Son las 9:15:

Ipanema by Rosalia de Souza on Grooveshark



¿Se podría decir que mi desayuno es austero? No lo creo. Pero sí, humilde. Compro mis provisiones en el tianguis del sábado, específicamente hongos, cebollín y mango. También compro huevos, queso y jamón en la cremería de mi casera, a la vuelta de la esquina. Ahí también es donde compro esa salsa ranchera que me tiene deleitado hasta el éxtasis de lo picante.

Pero esta semana hubo un cambio en el gasto de provisiones: Dejé de comprar el pan de molde integral de marca alternativa que compraba en el Super 3B y compré unos bolillos de panadería ($1,30 la pza). Entonces, ahora tenía las condiciones para hacerme una torta de huevos a la ranchera al desayuno. Cuestión que puedo considerarla suficientemente estimulante como para despertar un domingo, hacer un post, leer mis textos de literatura y actualizar mi diario de tesis; todas cosas que pretendo hacer hoy domingo..

(Para que no crean que hago muchas cosas, acabo de hablar con una colega espartana que se levanta a las 4:30 a avanzar en su tesis)

El caso es que el día estaba como para un cafecito también. Pensé en las hojitas de Té-de-Limón que tengo ahí atrás esperando ser cocidas para soltar su cítrico aroma, pero no; el café de Coatepec se me ha incrustado como la música de Rosalía de Sousa. Así que me dedico a poner mi hoja de tohalla multiuso sobre mi desvencijada cafetera (se me desvencijó en la Acampada Sur) y le eché el equivalente a un tazón de Xalpatlahuac de agua..

Al abrir ese saquito de papel metálico marca "La Onza", recuerdo cuando estuve allá en Coatepec, eligiendo mi café entre distintos granos. El primero que probé era más un té que un café: transparente, suavecito, pero al mismo tiempo, elegante y saludable. Era un té de alta calidad. Pero quise probar otro: Café tipo Francés. "Así le pusimos" me dijo el somelier de café que atendía. Desde entonces, tengo este legendario café para algunas mañanas especiales; mañanas dominicales y mañanas acompañadas por aquellos caminantes que acojo en mi refugio.

El café estuvo listo y la torta preparada. Me devoré la torta en aprox: 1 minuto y 30 segs. El café me lo fui tomando lentamente, sintiendo ese amargo suave, de trasfondo sobre un aroma que te envuelve por dentro. Estoy escribiendo y tomándomelo, lentamente.

Lo que pasó a continuación fue abrupto: Recordé mi junta de ayer con mi compañera A. y el tequila "José Cuervo" en su presentación de 375 ml ($50) de los cuales quedaban la mitad. Lo abrí. Miré el café. Le tiré un chorrito, imitando el "café con malicia" del sure y me preparé para lo que seguía del día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un agrado leer tus líneas, tan cotidiano y ameno

es muy cierto eso de los desayunos para levantarse, es muy estimulante tener un desayuno especial, como ceremonioso

un abrazo, espero que nos veamos pronto por esos lares, estoy trabajando en ello

salud edu!