martes, 17 de marzo de 2009

Hacia Paisajes Sureños - Día 9

Jueves 17 de Febrero.

Llovizna de mañana. Abro la carpa y todo está gris y ventoso. Ideal para tomarme uno de mis cafés Ecco (que es cebada, no café). Un niño pasa vendiendo tortafritas. Le digo que soy chileno y que no sé lo que es eso. "Sopaipillas" me dice... Afuera, abajo de un árbol grande, protegido de la lluvia, un hombre que me saluda. Conversamos. Argentino, por supuesto.

Me contó que venía de Ushuaia y había hecho un tour hasta Mar del Plata y que estaba volviendo. Su auto capotó en San Martín y estaba varado hace una semana. Para más remate, se enfermó del estómago y no había comido nada hace 2 días. Al principio no le creí, argumentando que no tenía pinta de yogui hindú, pero después me di cuenta de que era verdad. No comía; sólo tomaba aguitas y tés.

Nos llovía en San Martín. Me acordé de la capa-fantasma que me compré en Panguipulli a CL$1500. La verdad es que me sentía ridículo disfrazado de fantasma azul marino en una ciudad que no conocía, así que llevé la capa bajo el hombro, por si la lluvia se ponía peluda y salí a caminar. Quería buscar un cajero. Si podía llamar a los refuerzos, me cambiaba todo el panorama de lo que podía gastar allá.

Ahí conocí un poco más de esta hermosa y silvestremente pomposa ciudad llena de chocolaterías, salones de tés, lugares de parrilladas, tiendas de deportes de montaña y edificios preparados para la nieve.



Pude sacar plata de un cajero que me habló. Todavía me costaba sabert lo que eran 10 pesos argentinos y saber si me estaban cagando con las cosas que me vendían o no.

A mediodía fui a almorzar a la proveeduría del camping. "Milanesa con Fritas". Se apareció el Ushuaiense y me acompañó. La Milanesa habrá tenido 50 cms de largo por 15 de ancho. Mídanla por favor. El Ushuaiense me decía que me envidiaba, pero siguió con su martirio de observar como me la comía.

Terminado el almuerzo, caminamos hata el otro extremo de la ciudad, adonde esta el lago Lacar y el puerto. Frío y ventoso.



Al final terminé destruyendo mi capa-fantasma por ridícula. Me quería comprar una campera (parka), aunque fuera una inversión a largo plazo, pensando en el invierno chileno. Como podía sacar plata, podía darme ese lujito.

Entrenando la vista para juzgar precios, y conversando con los mochileros me di cuenta que estaba carísimo en todas y cada una de las tiendas que ví. La campera podía esperar. Pasé a uno de los cafés y me pedí un pie de limon, que resultó ser enorme!



En la noche los chicos querían hacer un asado e invitar a Fede, un amigo que conocieron en Junín. El amigo de Ushuaia se fue a acostar a su carpa vecina, sin comer.



Asado de vacío... Acompañado de birras (chelas) y batatas (camotes) envueltas en papel de aluminio.



Fede se parece a Chinoy y se lo hice saber. Me saqué una foto con él. Conversamos acerca de mitología chilota (Fito nació allá), el complot de los mormones con los testigos de jehova, y cómo neutralizarlos.

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